El mobbing,
también denominado acoso laboral, es
una situación en la que una persona o un grupo ejerce una violencia psicológica sobre un individuo de forma recurrente durante un tiempo prolongado.
En 1996, Zapf, Knorz y Kulla agruparon una serie de
conductas propias del mobbing en 7 factores: 1) ataques a la víctima con
medidas organizacionales; 2) ataques a las relaciones sociales de la víctima
con aislamiento social; 3) ataques a la vida privada; 4) violencia física; 5)
ataques a las actitudes de la víctima; 6) agresiones verbales y 7) rumores.
Ejemplos de conductas
propias del acoso laboral son restringir a una persona la posibilidad de hablar
con otros, ridiculizar sus ideas o su trabajo, ignorarla, atacar a sus
creencias, amenazarla, gritarla, insultarla, sobrecargarla de trabajo, no
asignarle tareas o mandarle tareas sin sentido o por debajo de sus capacidades…
y un largo etcétera.
Se puede producir de
jefe a subordinado, de subordinado a jefe y entre iguales.
El perfil de la
víctima es muy variado, aunque suelen ser profesionales válidos y sobresalientes
en su trabajo de forma que el acosador siente envidia, individuos sin maldad y
con buena fe o sujetos que son discriminados por factores como su orientación
sexual, creencias religiosas o políticas, etc.
El acosador suele
ser celoso, inseguro, presenta rasgos narcisistas y tiene la necesidad de
controlar todo.
Para afrontarlo,
es importante que la víctima no se culpe de la situación que está atravesando.
Puede confundirse, malinterpretar… pero tiene que tener claro que el mal que
están ejerciendo los demás sobre él o ella no lo ha provocado ni se lo merece. Debe
de actuar. Ser asertivo, luchar para
que esta situación termine y no venirse abajo.
Si hablar con el acosador no soluciona nada, es recomendable
que acuda a sus superiores o a Dirección.
En caso de sentirse muy afectado, lo mejor es que busque
ayuda profesional. Para denunciarlo, es importante que haya registrado todas
las acciones con detalle para hablar con argumentos firmes.
Por otro lado, las empresas pueden tomar medidas de prevención para evitar que lleguen a
producirse este tipo de situaciones. La primera acción es establecer un modelo de acogida cuidadoso de las personas
recién incorporadas.
El rol de la dirección es promover los valores y normas de la organización y conocer y saber cómo gestionar los conflictos de este tipo.
Además, es vital que
la empresa vele por la comunicación
y buena relación entre los
empleados, a través del entrenamiento en relaciones interpersonales o incluso
realizando actividades lúdicas fuera de las oficinas que fomenten un buen
clima.
Los responsables de equipo por su parte, deben de estar al
tanto de las personas que dirigen y prestar atención a comentarios y cambios de
comportamiento. Sobre todo no
infravalorar ni restar importancia
al malestar que sufre un empleado. Otras acciones a tener en cuenta es asignar
tareas en función de las capacidades del trabajador, evitar la desmotivación a
causa de un trabajo monótono, promover el desarrollo de los empleados y liderar con el ejemplo.
El artículo 173 del Código
Penal de España contempla el mobbing como un delito contra la integridad
moral. El acosador puede ser castigado con una pena de prisión de mínimo de
seis meses.